El sonido es una onda mecánica que se propaga a través de un medio (aire, agua o sólidos). Se produce a partir de la vibración de un objeto o fuente sonora que genera variaciones de presión en el aire. Estas variaciones se traducen en ondas que nuestro oído percibe.
Parámetros de la Onda
Frecuencia (Hz): Número de ciclos por segundo. Determina si un sonido es más grave o más agudo.
Longitud de onda (λ\lambdaλ): Distancia entre dos puntos equivalentes de la onda (por ejemplo, entre dos crestas).
Velocidad de propagación (v): Aproximadamente 343 m/s en aire a 20 °C.
Amplitud: Asociada a la intensidad o volumen del sonido.
Escalas y medición de niveles
Antes de preocuparte por “sonar como un profesional”, necesitas saber cómo se mide el sonido (en el aire con dB SPL, en tu DAW con dBFS, o en equipos analógicos con dBVU). Esto te permitirá tomar decisiones informadas sobre volúmenes, procesamientos y configuraciones tanto en grabación, producción, mezcla y mastering.
Cómo manejar la dinámica y la frecuencia.
Una señal con una amplitud o dinámica muy variable puede cambiar su distribución de frecuencia percibida, un sonido muy comprimido puede resultar más “brillante” porque los armónicos de ciertas frecuencias permanecen a un nivel más constante, la psicoacústica nos indica que a volúmenes más altos, somos más sensibles a ciertos rangos de frecuencia (efecto de Fletcher-Munson).
Dominar la dinámica y la frecuencia es un proceso continuo. Implica un equilibrio entre la percepción subjetiva (tu gusto personal y la estética musical que buscas) y la aplicación de técnicas objetivas (compresión, EQ…). Con práctica y oído entrenado, podrás encontrar el punto exacto donde la música suene poderosa, clara y bien definida, tal como la imaginas.